En varios momentos de la historia U2 era la banda más grande del mundo. Más grande de lo que nadie se puede imaginar hoy en día porque si bien The Weekend se los cepilla en reproducciones en una semana el esfuerzo de escuchar U2 era muy distinto.
Ayer estaba jugando Indiana Jones y en la 1ra misión luego del intro vas al Vaticano y te consigues con un pana tuyo, el Padre Antonio, que te ayuda a infiltrarte.
Bueno, Indy es muy buen amigo. Le lleva un disco de vinilo y el pobre cura casi que se cae de rodillas y le reza a nuestro héroe.
Si tú querías escuchar U2 tenías que salir de tu casa a comprar un disco. Tenías que cazar la canción en la radio y si querías verlos en vivo tendrías que pedir la ayuda de una agencia de viaje y hasta llamar por teléfono. Ver a U2 era una aventura, un viaje contra viento y marea si eres venezolano. Era por definición “increíble”, tal como lo era para el célibe Padre Antonio encerrado en un palacete italiano la idea de escuchar un poco de blues luego de echarse un par de Aves Marías.
Todo esto cambió el 9 de septiembre de 2014 cuando Apple le regaló a TODOS SUS USUARIOS, unos 500 millones, el album Songs of Innocence. A partir de ese momento escuchar U2 pasó de ser un reto a un feature. Me explico, los teclados e interfaces de iOS tienen regado por varios sitios convenientes un botón de play, dicha flechita te permite contextualmente pausar y continuar escuchando Youtube, Spoti, podcasts o tu última aplicación multimedia en curso. El tema es que si por descuido no hay una aplicación en el fondo iOS decide reproducir tu música. Yo nunca había usado Apple Music o iTunes para comprar discos porque simplemente era pobre y luego llegó la era del streaming y no me hace falta porque literalmente tengo toda la librería comercial musical producida por nuestra especie a lo largo de los siglos. El único disco que tengo es Songs of Innocence.
Por 10 años cada vez que me equivocaba presionando un botón, una tecla, balbuceando a Siri o cualquier otra interacción terminaba escuchando una canción de U2. Una década de escuchar a U2 sin quererlo. Sí, pude haber quitado el album de mi librería y ahorrarme una década de calidad de vida pero ese comportamiento es demasiado racional para mi y seguramente para los otros 499.999.999 de seres humanos.
El tema es que U2 son BUENOS. Sus canciones me han hecho llorar varias veces. Por más pendejo que suene si alguna vez están teniendo un buen día pongan “Beautiful Day”, si están enamorados pongan “Elevation”, si se pelean con sus padres pongan “Sometimes You Can’t Make it on Your Own”, si extrañan sus casas pongan “Walk On” y si les rompieron el corazón pongan “With Or Without You”. No fallan.
Existe algo irrescatable de esa época, de esforzarse por escuchar música que se ha perdido en la búsqueda de la inmediatez y la conveniencia. Si bien el acto de comprar un disco era meramente comercial la caminata a la tienda era real, la cola para comprar las entradas era un evento social y los viajes para asistir a los conciertos eran exploraciones llenas de incertidumbre.
Estos panas ahora tienen una residencia en Las Vegas en The Sphere donde llenan cada noche. No existe un mejor plan que apostar tus ahorros, perderlos, drogarte con lo poco que te queda y ver a U2 en un festival de pantallas.
La experiencia está ahí arriba en esa cajita. Puedes ver exactamente en lo que te estás metiendo antes de asistir, cosa que no podías saber antes. Antes ibas a un concierto de U2 sin saber lo que te esperaba, como un niño victoriando probando un sorbo de Redbull por primera vez. No estoy siendo nostálgico, solo meditando la diferencia de expectativas de la modernidad.
Yo me sé absolutamente todo lo que ocurre en un concierto de Coldplay. Sé lo de las pulseras, los globos, el piano, que monta a alguien pa’ jodé y la última vez que escuché una canción completa fue atrapado en el carro de Tommy en el 2009. Ya ni Tommy escucha Coldplay. Si me preguntan, la mejor canción moderna de Coldplay es “Waiting For Love” con Avicii (spoiler: Coldplay no tiene nada que ver con esa canción). Mi punto es que yo no debería saber qué coño ocurre en un concierto de Coldplay pero lo sé a plenitud. Todo lo que he aprendido de los conciertos de Coldplay ha sido contra mi voluntad. La única gente que no sabe lo que ocurre en un concierto de Coldplay murieron antes que salieran de gira.
El año pasado hice un viaje a Francia y mientras caminaba por las planicies de Verdún onduladas por la atrición de cientos de miles de impactos de artillería pesada no pude sino pensar “estos hombres jamás escucharon Coldplay. Dios los tenga en su gloria.”
La gente se arrecha si una canción que estaba en el playlist en el concierto de AYER no está en el de hoy. En 1990 la única manera de enterarte qué canciones tocaron el día anterior era ser un agente de inteligencia militar. No habría manera de enterarte qué hizo alguien en Berlín hace 24h sin contacto telefónico directo.
Hoy en día en cambio puedes estar paseando por una plaza y aunque U2 esté en Las Vegas puedes conseguírtelos cantando sus greatest hits.
No tienes ni que darle al botón de play por error. Dos viejos disfrazados de U2 igual comienzan a cantar sin pedir permiso. Mi primer instinto es que me provoca es entrarles a coñazos pero luego recuerdo las palabras del Bono de verdad “te traigo pasta into the light”.
En fin, ten un buen día. Si le das al botón de play al cuadrito que está abajo te aseguro que sonará una canción de U2. Ni más ni menos. Tienes mi palabra.
Una Bulla
Gracias por el apoyo a: Carlos, Malbanyat, Ciro, Daniel, Daniel C., Daniel P., Elena, Elias, Fabian, Guillermo, Hugo, Isni, Jose, Jose Javier, Juan, Lino, Melecio, Nacho, Moi, Nei, Paolo, Ricardo y Rodrigo.
buen escrito e insight. Cuando presiono play a veces suena U2, a veces Viniloversus 🤪
https://open.substack.com/pub/johnnogowski/p/comparing-u2s-invisible-vs-one?r=7pf7u&utm_medium=ios