Si tienes padres con acceso a Internet sabes de la existencia de esta película protagonizada por Jesucristo porque constantemente te decían que las élites no querían que la vieras.
Tíos, primos, mi propia madre me preguntaban cómo podían hacer para ver esta película clandestina. Que no la pasaban en cines, que decía las verdades como eran, que más gente debería saber que existe y verla. Agotador.
Hace un par de días estaba pasando en moto por Paseo de Gracia y al día de hoy todavía hay funciones de esta vaina en todos lados y también la puedes comprar en Amazon donde hay reviews como éste:
Hubo toda una conspiración sobre cómo esta película no estaba teniendo la exposición que tenía que tener porque habla de traficar niños. Y como toda buena conspiración, una vez que te das cuenta que todo era mentira, nadie dice nada. Puedes comprar el DVD, franelas, luncheras, ir a verla al cine o en tu casa y no existe una sola persona que diga “vaya, parece ser que al final sí se podía ver sin problema alguno”. Lleva casi 250 millones en taquilla y costó 15.
No saben lo mucho que me duele la falta de propósito en la vida de alguien que tengan que buscar virtud en preguntar por qué una película no tiene mejor distribuidora y atribuirlo al Nuevo Orden Mundial™. La respuesta más fácil es que Sound of Freedom no es Avatar. Es una película sobre cómo hay gente que coge y vende niños, nadie es un entusiasta de eso, sabemos que está mal. De hecho, está tan fundamentalmente mal que hay leyes al respecto.
La verdadera razón por la que no pudiste verla en el preciso momento que te enteraste que existe es que esta es una película independiente, y esas películas no tienen una granja de servidores con un servicio de streaming o cientos de personas redactando contratos y garantizando estrenos internacionales. Hay un balance muy jodido en conseguir que la mayor cantidad de gente vea tu película y que encima paguen por hacerlo. Porque la realidad es que se puede ver completamente gratis una vez el film consigue un mínimo de distribución digital y es pirateado en cada esquina de Internet.
En resumen, la explicación por la que no podías ver Sound of Freedom es que el tiempo es lineal y no un plano bidimensional que podemos navegar hacia adelante y atrás. No había salido.
Y acá es donde entra en juego lo consentidos que estamos respecto al entretenimiento hoy en día. Queremos -no, EXIGIMOS- que cuando algo se nos presenta tiene que estar inmediatamente disponible. Obvio que a la generación boomer, con todo respeto, se les hace más jodido de entender porque ellos crecieron en una época que si te enterabas que una película existía es porque se podía ver. Si alguien te decía “deberías ver esta película” es porque la habían visto, porque estaba en cartelera. Hoy en día no es así. Un hijodeputa en Hollywood puede ver una película de bajo presupuesto protagonizada por el Conde de Montecristo, decir que las élites están siendo desenmascaradas y que por solo 10 euros puedes descubrir la verdad como si fuera un documental y la gente se lo cree y exigen que una b-movie (no confundir con Bee Movie, la película más sensual de los últimos tiempos) tenga worldwide release.
Y acá es donde entra en juego los servicios de streaming. Yo 100% creo que nos olvidamos por completo lo que hace que una película sea buena. La gran mayoría de lo que la gente pone en su televisor no les merecería 5 minutos de su tiempo si no tuvieran una propiedad intelectual encima. Si la serie de Amazon del Señor de los Anillos fuera un homebrew fantasy world les juro que no tendría ni sentido, y ni hablar del alcance de las cosas que simplemente existen en el homepage del servicio, te pueden vender auténtica basura. Entonces cuando llega ese milagro y la gente arrastra su trasero a ver cualquier vaina claro que dicen “wow, como que existe un motivo por el cual ir al cine era la actividad favorita de la humanidad por décadas”.
Pregúntate, ¿cuándo fue la última vez que de verdad te esforzaste por ver algo? No que yo sea el Ulíses de buscar blurays, porque al final eso es solo un par de clicks en Amazon, de hecho lo más que me he esforzado ha sido cazar una versión especial de Robocop en eBay. ¿Cuántas series de mierda no estás viendo o has visto porque están ahí enfrente tuyo? No solo es una pérdida de tu tiempo sino que nos está volviendo malcríados.
La semana pasada recomendé Yo y las Bestias que está disponible en Filmin. Por lo que te cuesta una entrada al cine con pagar un mes del servicio ya puedes verla y tienes acceso a un catálogo de películas independientes, clásicos y series. Absolutamente insostenible modelo de negocio, de paso.
Bueno, hace un par de meses había una controversia porque en un canal de Telegram sobre cine venezolano alguien estaba pidiendo para piratearla. Sergio Monsalve, crítico de cine, denunció el hecho en Twitter diciendo que ese no es el camino para apoyar una obra de este tipo. ¿Mi sorpresa? Gente salió a defender la piratería. Un argumento común era “bueno, ¿Y CÓMO HAGO PARA VERLA SI NO LA HAN ESTRENADO ACÁ?” Y tengo la respuesta:
No la ves, te esperas. No es un derecho humano ver una película. Mucho menos si es un trabajo independiente que alguien lleva varios años desarrollando metiéndole la mitad de su sueldo. ¿A cuenta de qué mereces ver esta vaina?
Sí, se siente anticuado pasear una película por festivales, venderla sala a sala y seguro más gente la vería en Youtube si la ponen de un solo coñazo, pero subirla en Youtube no es una alternativa, es una mentira producto de la devaluación del entretenimiento en esta carrera hacia el fondo de los servicios de streaming. Cada minuto de mi podcast me sale casi gratis, pero cada minuto de un cortometraje —ni siquiera una peli— es un milagro, y la gente espera que se los regales y compitas con Disney, con la corporación de entretenimiento más grande de la humanidad que si el Covid nos hubiera matado a todos y aliens descubren los parques de diversiones asumirían que Mickey Mouse era un DIOS.
Esta controversia es la versión sifrina de Sound of Freedom, solo que en lugar de gritar “QUIERO SABER QUÉ ESTÁ PASANDO CON LOS PEDÓFILOS” es “DEMANDO VER MI PELÍCULA SIFRIROCK CON ESTÉTICA TROPICAL”. Nadie te debe una película. Si el director y los productores decidieron viajar unos meses recibiendo aplausos antes de soltarla en el olvido, respétalos.
The Mamandalorian, Vainas Raras, Squirt Games o el Señor de los Zarcillos no son series, son customer growth strategies que poco a poco te han quitado las alternativas y gracias a su ridícula conveniencia te han robado de mejores cosas que hacer dinamitando toda una industria. Cuando alguien me dice “vi esta serie son solo 10 episodios y fue un 5/10” me provoca agarrar a esta gente por la solapa, sacudirlos y hacerles caer en cuenta que hay un mundo mejor a su alcance. Y no estoy pidiendo un viaje a las profundidades de la literatura soviética, te pido un par de clicks más, seguir recomendaciones, hasta te diría salir a comprar un bluray que te llame la atención en una tienda. Solo te pido no conformarte y que cultives tu curiosidad, no que alimentes un algoritmo.
Tal como con Sound of Freedom, estoy seguro que los que estaban defendiendo piratear Yo y las Bestias en Cuevana no van a salir a decir “verga, la verdad es que soy un güevón, pido disculpas”, pasarán a la siguiente opinión de mierda que los haga sentir especiales tan pronto terminen la 14va temporada de The Walking Dead.
Una Bulla
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