En Cyberpunk: Edgerunners hay una escena maravillosa que es una crítica al sistema de salud americano donde el protagonista está en el hospital luego de un “accidente de tránsito”.
Esta escena me sirvió de mucha inspiración para la novela que ando escribiendo porque me puso a pensar sobre cómo la ciencia ficción siempre está enfocada desde el lente del capitalismo y la avaricia. Un sistema donde hay una abundancia de recursos pero esa riqueza es gracias a la humanidad y sacrificio de los menos afortunados.
El lente opuesto a esta avaricia corporativa es el estatismo burocrático que ha sido inmortalizado en el cine europeo oriental y soviético. Un gobierno que existe para existir y cuyo único propósito es que la gente que participa en él se beneficie. Una de mis películas favoritas es The Death of Stalin y hay una secuencia que encuentro maravillosa: Stalin pide que se grabe un concierto de una orquesta momentos luego que termina y en lugar de decirle que el concierto ya terminó los organizadores hacen lo posible por reproducir el concierto una segunda vez, sacándole la mierda a todos los involucrados.
En el año 2011 existía CADIVI, un sistema de cambio de divisas que era la única forma legal de convertir bolívares a dólares, y viceversa (no que nadie con cerebro fuera a hacer ese viceversa). Yo me encontraba haciendo planes para irme de Venezuela y tenía que armar 3 carpetas de manila con documentación extensa sobre el máster que quería estudiar. Hice todo al pie de la letra y como apliqué seis meses antes de la fecha de pago me lo negaron. El tema es que tenía que pagar +6 meses antes mi cupo.
Decidí acercarme a la sede en lo que antes era una oficina de PDVSA que se había visto reducido a un edificio de trámites burocráticos y luego se convertiría en la Universidad Bolivariana de Venezuela. Es difícil de explicar como todo era absolutamente improvisado. No sé cómo es ahora pero en esa época cualquier instalación del chavismo era un conjunto de proveedores mamando de la teta del estado. Me explico:
Los televisores eran todos nuevos y posiblemente importados por algún comerciante que se ganó la lotería por ser amigo de la persona correcta.
Estos televisores tenían un sistema web de mierda que seguro costó millones pero solo llevaba la cuenta del número que tocaba.
Las sillas eran de agencia de festejos con forro y todo.
Había una cantidad absurda de perdedores con chalecos beige organizando a la gente y holgazaneando llevando y trayendo agua y café.
A diferencia del clip de Edgerunners, donde el sistema era eficiente más allá del bienestar humano, acá era una rumba de parásitos tratando de sacar el mayor dinero posible; incluyéndome.
Cuando tocó mi número me atendió una operadora joven a la que le expuse mi caso, le mostré mis 3 carpetas y le facilité una cuarta con más documentación explicando que mi caso era especial. Ella usó el clásico lenguaje complejo y rebuscado digno de un funcionario de la PTJ entrevistado en un video de Luis Olavarrieta. Ese lenguaje es el lenguaje de la autoridad, un código que separa a los ciudadanos de los funcionarios, a los civiles de la autoridad. Emil Cioran dice que no habitamos una nación, sino un lenguaje, por más que estemos en el mismo lado de la frontera.
Esta chica no tenía mucha más edad que yo, pero solo con su tono de hablar parecía que tenía más en común con un guardia nacional que conmigo. Escuchó mi caso y si me hubiera dicho “lo siento, ciudadano, pero su caso ha sido rechazado y no va a poder cambiar ese resultado asistiendo a las inmediaciones de esta oficina” o alguna mierda similar me lo hubiera comido y me hubiera buscado un nuevo plan de vida.
No fue así. No sé qué ocurrió, qué leyó pero la operadora cambió su tono de voz y me habló como un ser humano normal por unos cuantos segundos. Entendió lo que le estaba explicando y me dijo “ya vengo, voy a hablarlo con mi supervisora”.
Se fue y luego de los 3 minutos más largos de mi vida me trajo mi carpeta de nuevo y me dijo “tú trámite va a ser aprobado, ven mañana y así te damos lo que necesitas entregarle al banco”, otra vez articulando como una policía. Me sentí tremendamente agradecido y le dije que significaba mucho que me resolvieran tan rápido. Oh, gracias Papá Estado por dejarme gastar mi propio dinero. Le dije que me diera su nombre para preguntar por ella y traerle un postre al día siguiente, y me dio una respuesta que aún 12 años después aún me pone a meditar:
“No nos dejan dar el nombre, me es suficiente con que recuerdes que hoy fuiste ayudado por la Operadora #6”
Quedé así:
Mi vida sería radicalmente diferente de no haber sido por esa tarde. Fue triste escuchar a esta persona eficiente reducirse y darle crédito a un gobierno autoritario de mierda que ni siquiera le permite tener una identidad para recibir pasta seca de La Alicantina. Mucho se habla del derecho a la identidad y libertad económica, pero poco se habla del derecho a que te traigan un postrecito como soborno.
Me tomo este párrafo para halagar la pasta seca. Qué banger que es. Literal te llegas con una bandeja de pasta seca a CUALQUIER sitio y va a triunfar. Tiene variedad así que hay para todos, se vende por peso así que puedes ser preciso en la porción que necesitas y no hay casi desperdicio. También aguanta varios días. Acá dejo una foto de un plato de pasta seca. Yo agarraría los que tienen cobertura de chocolate en la parte de la izquierda y creo que hay unos con coco.
A veces me pregunto quiénes de los que estaban en ese edificio hoy en día tienen una colostomía y qué será de la vida de Operadora #6 y qué destino de mierda le tocó porque es más probable que haya sido víctima o victimaria del Tren de Aragua que haber hecho una carrera de oficina en el gobierno hablando como si tuvieras un diccionario metido en el culo. Duele pensar en todos el sufrimiento que esos empleados públicos tuvieron que haber atravesado en los años por venir si sintieron el peso de la crisis en su máxima expresión. Por más grande que haya sido la brecha ideológica, social y hasta lingüistica que había entre nosotros, espero que ella esté bien.
Gracias, Operadora #6. 🤝
Disclaimer: no, no estaba buena y no le estaba cayendo. Solo estaba genuinamente agradecido.
Buen disclaimer.
Primero, que buena la historia de la Operadora #6. Estuve una vez en ese edificio por un problema similar que se salía de la matriz, (había una segunda cuenta de correo de otra persona, registrada a mi nombre, lo que hacía que rechazaran las solicitudes que hacía desde mi cuenta. Otra muestra de lo avanzado y moderno del sistema).
Segundo, la pasta seca rocks y aquí en USA es muy difícil conseguir algo que sirve/se parezca.