En estos días jugando Fortnite con mi amigo Andrés me preguntó si todo lo que sale acá es verdad o exagero un poco, si le pongo picante y me dejó pensando porque creo que nunca había apuntado el telescopio a mi propio trabajo.
Vale la pena decirlo, el espíritu de este proyecto es que todo lo que comparto es real o es absurdo. Si algo pasó, hay nombres y hay detalles. Si algo suena absurdo es porque lo es.
En uno de mis posts que hablo sobre hacer el escorpión escribí esto:
Durante los próximos 2 meses creo que me reuní con todos los sacerdotes del colegio que me estaban convenciendo de meterme a cura solo porque mi ensayo les había parecido inspirador. No, no cogí. Recuerdo al padre Antonio decirme “Cristian, ¿sabes lo que significa la palabra vocación?”
No existe una palabra de exageración acá. Eso pasó y por eso lo escribí. Por el contrario,
Si tienes tiempo que no ves a tus amigos, diles para acompañarlos a hacer un mandando, las compras del súper, o hacer de parrillero en un sicariato durante un importante partido de fútbol.
No pasó. Nunca he llevado a cabo un ajusticiamiento con una moto.
Este newsletter no tiene puntas, no habla paja y si estoy pensando en alguien lo menciono por su nombre de pila rigiéndome por la ley de protección de datos española y el GDPR. En resumen, este es el mood:
Les juro que paso muy poco tiempo pensando en el qué dirán porque la mayor parte de mi vida fui invisible. No pienso en lo que piensan los demás porque los demás nunca pensaban qué estaba pensando yo.
Yo de niño no hacía deporte, no salía mucho, todo mi tiempo lo que hacía era ver televisión y jugar videojuegos, los únicos amigos que tenía eran del colegio, y eran pocos. No era alguien muy popular más allá de ser un buen alumno. Era un colegio de futbolistas y no lo digo exagerando. Lino Alonso, un legendario entrenador de las inferiores de la Vinotinto, entrenaba ahí y ese era el verdadero status de popularidad. Al día de hoy años después de su muerte aún tengo ex-compañeros que viven bajo su mantra de “con la ilusión del primer día y la necesidad del ultimo”.
Allá por el año 1998 little chubby Cristian estaba encaminado a llenar el album panini del Mundial y tenía un verguero de repetidas. Nunca había llenado un album antes y era como mi mini proyecto. Eso hasta que me hicieron piñata a la salida de clases y cuando logré recoger del suelo lo que quedaba era solo una fracción de mi mazo. Fue la primera vez que sentí en mi vida que había gente viendo y fue horrible. No llené el album.
(piñata: mientras estás mostrando tu mazo de barajitas viene un 3xHijodeputa y te las tumba mientras una horda de chavistas se roba tu propiedad)
Quiero tomar una pausa para comentar que no recuerdo quién hizo la piñata porque, como dije, no conocía a nadie y era alguien mayor que yo así que ni me pude defender. Ahora bien, espero que esta persona haya sufrido todas las consecuencias de la crisis económica del 2017, incluyendo la escasez de medicinas. De verdad, espero que la vida te haya tratado horrible.
Seguimos.
El único otro momento que tal vez múltiples personas estaban pensando en mí a la vez fue cuando me dieron una torta en la cara en TV Nacional.
En en 2004 entraría a la Universidad Simón Bolívar a estudiar y en el primer trimestre uno de los eventos más temidos es el PRIMER EXAMEN DE MATEMATICA. Estudié mucho, hice mi vaina y como era un examen por departamento ponían las respuestas en una cartelera. Caminé 20 minutos para ir a revisarlas y me pasó algo que no le había pasado a más nadie de todo el auditorio: mis respuestas eran las mismas que las de los profesores. En mi emoción decidí escribirle un email directamente al profesor para ver si me podía decir cuánto saqué porque no iba a haber clases por ser 12 de octubre.
What a fucking nerd, dios santo.
El profesor me respondió.
Fue bonito. El jueves llegó y al final de la clase dio las notas. Cuando llegó a mi nombre y dijo que saqué 25, acotó que fui el único. Mi amigo Hugo comenzó a aplaudir y el auditorio se unió.
No sé si alguno que me lee es psicólogo, pero creo que acá hay 2 respuestas normales: o uno se quiere morir o te vuelves Leopoldo Lopez. Yo no sentí ninguna. No sentí nada. Creo que mi cerebro se cerró frente a la idea de +100 personas pensando en mí a la vez y ni lo procesé. Me sentí idéntico a como me siento cuando me cantan cumpleaños.
El resto de mi carrera universitaria fue maravillosa rodeado de gente inteligente, divertida y talentosa, pero más nunca fui invisible. Estuve en el Centro de Estudiante, hice múltiples videos de comedia para un show de premios de la carrera llamado El Compushow y fui preparador de varias materias. El sentimiento de ser invisible sigue ahí y creo que siempre estará. Es algo que a veces me ha hecho egoísta, me ha hecho parecer egocéntrico o interesado; y esas etiquetas son casi imposibles de borrar. Simplemente no pienso mucho en los demás porque crecí sin que nadie pensara en mí, pero desde hace un buen tiempo decidí hacer el esfuerzo.
Ahora una pequeña tangente, en el 2013 un carajo se mató en el CC Millenium lanzándose desde un 4to piso y cayó en la feria de comida. Toda su experiencia humana terminó en ese preciso instante rodeado de personas que en algunos casos continuaron almorzando porque tenían que seguir trabajando luego de comer. Sin ir más lejos, al día siguiente ese espacio siguió vendiendo hamburguesas. De hecho, creo que hace dos años se mató alguien de nuevo y el centro comercial tuvo la idea perfecta:
Está el meme de lanzarse al vacío y cambiar la trayectoria de sus vidas, pero es que ni eso pasa. En tal caso es lanzarse al vacío y cambiar la trayectoria de una tarde.
Creo que para entender un poco cuál es el propósito de este proyecto hay que entender los principios sobre los que he tratado de regir mi vida para lidiar con la eterna invisibilidad que siento junto a la realidad que el día que no esté se van a seguir vendiendo hamburguesas.
Ayudar gente es gratificante a corto, mediano y largo plazo.
Saciar la curiosidad es enriquecedor.
No hay mejor satisfacción que hacer las cosas con el mejor esfuerzo posible.
No escribo acá para hacerme famoso principalmente porque no sabría ni cómo sentirme famoso. Tampoco escribo para que esto sea un legado. No hay forma de garantizar que nada de lo que escribo acá se preserve, ni siquiera los vínculos de Twitter si siguen enviando esa aplicación por un desfiladero. Esto no es un proyecto de marketing, no hay nada que voy a escribir o dejar de escribir para llegarle a más gente.
Cuando empecé a escribir con 16 años me leían cero personas, y lo que me diferencia de la inmensa mayoría de autores que salen todos los días es que tengo muy claro que cero es suficiente.
me llegó mi loco
buenaso